Mataji también es la madre, un principio cósmico del amor y de la protección que tiene raíces profundas en la cultura de la India. Significa la fuerza de la ternura, el poder de la vida simple, la seguridad, las caricias, la sonrisa y la paz. La cultura india celebra a la madre como la dadora de vida y expresa el mayor respeto que una mujer madre puede lograr.

Empezamos el satsang cantado bhajans y después recordamos aspectos de la vida de Mataji en los dos textos siguientes: 

RECORDANDO A MATAJI

Jagat Mataji Sadhvi Swami Punyanand Bharti Ji, o Phuldevi por su nombre de nacimiento, nació en la aldea de Nipal hace casi 100 años. Nipal también fue el lugar de nacimiento y un recuerdo de la infancia de Holy Guruji. Algunos extractos y referencias a Mataji, la hermana de Guruji, se pueden encontrar en su libro sagrado Lila Amrit. Mataji pasó la mayor parte de su vida en el pueblo Rupavas, donde crió a cinco hijos. Su vida era simple. Adoró al Dios Shiva y enseñó amor y humildad a Sus hijos. Después de perder a su esposo, se ocupó de que tuvieran todo lo que necesitaban.

La biografía de su hija menor, madre de Paramhans Swami Maheswaranandaji, también se describe en el libro sagrado Lila Amrit. Ella tuvo seis hijos, pero tres de ellos fallecieron durante su vida. En la actualidad, dos de sus hijas aún viven y son una gran familia de nietos, bisnietos, sobrinas y sobrinos.

Después de cumplir sus deberes seculares, Mataji dejó su hogar en Rupavas y encontró el cuidado y la protección en el Ashram de Jadan. Dedicó el resto de su vida al servicio. Esta anciana pequeña y frágil recibió todo lo que buscaba con amor.

Su mera presencia en el ashram abrió los corazones de todos y fue amada por todos los discípulos de Swamiji, los niños de la escuela, los trabajadores del Om Ashram y los trabajadores hindús que vivían en casas del ashram. Su corazón era amable y amplio y estaba lleno de ternura. Cada vez que dejaba su habitación, la gente venía a verla y ella siempre les recibía con una sonrisa y una palabra amable.

UN DÍA EN LA VIDA DE MATAJI

Cada mañana, Mataji comenzaba el día bañándose y cantando el Arati y realizaba una puja en Shiva Mandir. 

Después se sentaba en las escaleras de piedra con su mala y saludaba a los niños que se le acercaban al salir de la escuela. Mataji amaba a los niños. Les hablaba como adultos y nunca se enojaba con nadie.

En cada luna llena siempre daba pequeños obsequios a los trabajadores. También acariciaba a los caballos y los perros del ashram a menudo venían a su cama para saludarla. Todos eran beta-mitha para Ella, dulces niños.

En sus paseos en la silla de ruedas, le gustaba detenerse en la puerta de Talab y arrojaba dentro un puñado de Prasad. Miraba con admiración las vastas áreas de agua y sonreía a los pájaros que volaban hacia ella.

Mataji también se paraba en la segunda puerta que conduce al Om Ashram y bendecía la entrada con un poco de Prasad. Y siempre preguntaba por todos las personas que trabajaban, nada ni nadie era indiferente a sus ojos de amor. 

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